En el siglo XXIV antes de Cristo, al sur de la actual Irak, se encontraba la ciudad de Ur. Allí vivió Enheduanna, la primera persona que firmó sus obras en la literatura universal, el primer autor que tenemos atestiguado en la Historia y que escribió sus obras sólo 400 años después de que el cuneiforme apareciese.
EN HÉDU AN NA
Suma Sacerdotisa ornamento del Cielo
Para ir cerrando la etapa radiofónica de La Tabla Esmeralda, qué mejor que remontarnos a las primeras expresiones literarias de la Humanidad, acudir a la literatura más antigua que tenemos atestiguada de momento.
Entonces, en plena fundación y desarrollo del también primer imperio histórico, el Imperio Acadio, Enheduanna escribió una serie de poemas e himnos religiosos de los cuales hemos seleccionado el que más se acerca a la temática de nuestro blog: el pavoroso y escalofriante Descenso de Inanna al Inframundo.
Pero antes debemos presentaros a su autora y lo vamos a hacer a través de las propias palabras de sus contemporáneos, escritas en un disco de calcita descubierto en 1927 por el arqueólogo británico Sir Leonard Wooley:
Enheduanna, Suma Sacerdotisa, esposa del dios Nanna, hija de Sargón, Rey del Mundo, en el templo de la diosa Inanna
Enheduanna fue la Suma Sacerdotisa de Nanna o Sin, el dios sumero-acadio de la Luna que era además el dios principal de Ur, y de la diosa Inanna, más tarde conocida como Ishtar, que era la deidad patrona de su familia. Desde luego no nos encontramos frente a un personaje de perfil medio.
Hija del primer emperador conocido, Sargón el Grande o el Acadio, ocupó la cúspide de la jerarquía sacerdotal de su país, con los enormes poderes y responsabilidades políticos que conllevaban, así como diferentes y no menos importantes competencias y obligaciones científicas, astrológicas, agrícolas e incluso pesqueras.
Su padre no la ubicó al sur del Imperio de manera azarosa, era la manera de controlar sus territorios, que abarcaban desde el Golfo Pérsico, Elam (suroeste de Irán) hasta Siria y Turquía, porque no fueron tiempos tranquilos en muchos aspectos y no solamente en Mesopotamia.
Las primeras civilizaciones humanas a finales del tercer milenio antes de Cristo sufrieron fuertes caídas en la producción agrícola, también se produjo un gran retroceso en el comercio y las vías principales de comunicación se interrumpieron. Desde la cuenca del Indo, Egipto, la península de Anatolia hasta el Mediterráneo, se han recopilado datos que sugieren una serie de cambios climáticos a nivel global bastante severos así como catástrofes (¿meteoritos?, ¿cometas?) y grandes terremotos. Estos graves eventos probablemente desestabilizaron profundamente las sociedades y fueron el germen para las migraciones e invasiones de otros pueblos, así como también conflictos entre los diversos poderes establecidos que desembocaron en crisis, revueltas y guerras. En Egipto, por ejemplo, el Reino Antiguo colapsó dando lugar al que es denominado Primer Periodo Intermedio, un momento bastante oscuro y anárquico de su historia.
Estos tiempos turbulentos, se plasmaron en Mesopotamia a través de diferentes enfrentamientos, entre los cuales podemos citar la derrota del anterior monarca sumerio Lugal-za-gesi y su posterior escarnio: fue cegado, castrado y colgado en una jaula en las murallas de la ciudad de Nippur; las distintas rebeliones tras la muerte de Sargón, los asesinatos de sus sucesores, Rinshu y Manishtushu (hermanos de Enheduanna) o el espantoso terremoto que desoló el país tras ascender al trono Naram-Sin (sobrino de nuestra protagonista).
Enheduanna se impregnó inevitablemente de todos estos sucesos trágicos, expresando sus vivencias desafortunadas en sus propias obras, como así ocurrió cuando fue expulsada del templo y de la ciudad humillantemente (más tarde fue repuesta) y escribió en su poema La Exaltación de Inanna.
Este contexto crispado e inestable afectó a su obra escrita, apreciándose una clara evolución en su tono desde los himnos, seguramente en una etapa más serena, donde en la mayoría de ellos refleja a la diosa Inanna como deidad de la fertilidad, la vida y el amor, hasta que conforme se van empañando los acontecimientos, ese matiz más benévolo se resquebraja apareciendo la Inanna guerrera, brutal, señora de leones y de revelación fúnebre.
Inanna y su mascota felina del ramal
Porque es en estos momentos cuando Inanna (más tarde conocida como Ishtar), Señora del Cielo y la Tierra, comienza a asimilar las características bélicas y violentas que la convertirán en una diosa de la guerra. Porque es esencial aclarar también que la religiosidad de los pueblos mesopotámicos no fue monolítica, homogénea y estable a lo largo de los siglos, fue variando.
Inanna comenzó siendo una deidad de la fertilidad, un arquetipo de la diosa-madre, pero gracias en parte al trabajo de Enheduanna, sus atributos fueron más allá. Inanna era la divinidad insignia de un clan guerrero, el sargónida, que tenía que asentar y acreditar su posición en el poder; la diosa custodia de la familia se adaptó a las circunstancias sociales y políticas mutando en una fuerza terrible que restauraba el orden sobre el caos y a su vez se convertía también en la deidad hegemónica del panteón mesopotámico, ya que representaba a la estirpe reinante, llegándose a identificar a la propia Enheduanna con ella.
Así se manifestaba el triunfo del poder centralista del Imperio Acadio frente a las anteriores ciudades-estado sumerias y la consolidación religiosa de la autoridad del monarca.
Cristalizando esa nueva dimensión de fuerza y combatividad, Enheduanna escribió los poemas La exaltación de Inanna y el que nos atañe hoy: El descenso de Inanna al mundo de los muertos.
Ciertamente el ser humano siempre ha sentido gran curiosidad por desvelar qué es lo que se encuentra al finalizar su existencia, qué sucede, si hay algo más; y las manifestaciones más tempranas sobre estas inquietudes se plasmaron en el ámbito religioso. Este poema no es una excepción y aunque no es concretamente una pieza esjatológica, sí es una de las fuentes más antiguas que poseemos que detalla el viaje y regreso de una conciencia al territorio de los Muertos, con los pertinentes pormenores sobre el lugar. La primera κατάϐασις escrita que será seguida por muchas más a lo largo del tiempo: Orfeo, Jesús, Dante, Lemminki o el mismísimo Frodo y su viaje a Mordor.
Dante disfrutando de une saison en enfer
Este poema nos relata cómo la Señora de los Cielos, por razones no muy claras, decide descender al Gran Abajo, donde su gemela, opuesta y enemiga, Ereshkigal, gobierna a los muertos.
Antes de partir, ordena a su leal lugarteniente Ninshubur que si no regresa, ruegue a los dioses (Enlil, Nanna y Enki) que la ayuden a volver a la vida.
Así que vestida con sus mejores galas y símbolos de autoridad, corona, cetro de lapislázuli y demás ornamentos, va cruzando las siete puertas que conducen al Inframundo, donde en cada una de ellas, le van arrebatando esos atributos de su poder hasta que se presenta delante del trono de su hermana Ereshkigal desnuda y doblegada. Allí es juzgada por los Anunnaki, que en esta obra y periodo son siete, residen bajo tierra y juzgan a los muertos.
Los Anunnaki sentencian a muerte a Inanna y cuelgan su cadáver de una estaca durante tres días y tres noches. Mientras, Ninshubur acude a los dioses para rogar el retorno de su señora. Sólo Enki responde favorablemente entregándole el Agua y Alimento de la Vida, que permiten resucitar a Inanna y alzarse del mundo de los muertos. Conforme va ascendiendo, pequeños y grandes demonios, los galla, se van uniendo a su paso, como un ejército bajo sus órdenes.
Existen unas versiones posteriores de la leyenda, de época babilónica, donde se añaden más pormenores al relato, como una actitud de Ereshkigal mucho más beligerante, así como la aparición del amante de Ishtar, Dumuzi /Tammuz. Es en esta versión posterior, más rica en detalles, donde aparecen unos versos que declaran qué ocurre con los difuntos en el Más Allá:
Ishtar, hija de Sin , dirigió su espíritu
A la casa sombría,
A la casa de la que no sale quien entra,
Al camino que carece de retorno
A la casa en que los que entran, están sin luz,
Donde el polvo es su vianda y arcilla su comida,
Donde no ven luz, residiendo en tinieblas,
Donde están vestidos como aves,
con alas por vestido
Aunque la Tierra del no-Retorno para los mesopotámicos no fuera un lugar precisamente feliz, sí que tenían especial cuidado con los ritos funerarios. Si un difunto no recibía el tratamiento justo y adecuado, o fallecía de forma extraña, su sombra podía permanecer en el mundo de los vivos, hostigándolos, propagando enfermedades y alimentándose de su sangre (Rapganmekhab). De ahí que encontremos también en el poema, en la versión posterior, una de las primeras menciones de la historia a criaturas vampíricas:
¡ Oh portero abre tu puerta!
¡Abre tu puerta para que pueda entrar!
Derribaré la puerta, destrozaré el cerrojo,
Quebrantaré las jambas, moveré los batientes,
Levantaré los muertos para que devoren a los vivos
para que los muertos tengan plena potestad sobre los vivos
Regresando al poema original sumerio-acadio de Enheduanna, una de las características métricas es que está compuesto en verso ritmado y rimado, para ser recitado colectivamente, con fórmulas que se repiten meditadas evidentemente para ser representadas por un coro, e incluso tener acompañamiento instrumental. Porque es importante resaltar este poema como parte de un ritual colectivo, una invocación poderosa que no evita ni mucho menos la forma de decreto político. Enheduanna, capturando el momento socio-político del Imperio Acadio, trata de impulsar desde su posición, la más alta de la jerarquía pontificia, a Inanna y su culto como religión de estado. Así se va configurando un balance entre rupturas del orden sagrado y soluciones que lo refuerzan, un ritual de la legitimación del orden establecido, de rubricar la dinastía sargónida en tiempos tan complicados donde podría incluso percibirse a su padre Sargón el Grande como un usurpador y advenedizo más.
Sargón I el Grande
Es obvio que El Descenso de Inanna al Inframundo se podría englobar, sobre todo en su versión babilónica, dentro del ciclo de mitos de Muerte-Resurrección o ciclos de la Naturaleza, como el rapto de Perséfone o la muerte de Adonis, pero una interpretación más fidedigna requeriría un análisis más profundo de la sociedad sumeria y acadia. De momento no poseemos más información sobre estas gentes y tampoco parece que la situación vaya a mejorar demasiado en el futuro, así que tendremos que aceptar que Sumer y Acad permanezcan como un verdadero misterio en algunas (y no pocas) facetas.
The Tea Party - Inanna
FLIPANTE!
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