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18 de noviembre de 2010

Orígenes de la literatura de Ciencia Ficción








El término Ciencia Ficción nació con Hugo Gernsback, escritor y editor de la archiconocida Amazing Stories, en 1929. Él es considerado uno de los padres del género y a pesar de que lo popularizó e impulsó a través de sus publicaciones, las raíces las podemos hallar mucho más atrás. 

Podríamos considerar la primera obra de Ciencia Ficción los Relatos Verídicos de Luciano de Samósata, que fue un escritor satírico del siglo II d. C. conocido por su ironía y escepticismo filosófico absoluto, caricaturizando la sociedad que lo rodeaba con bastante elegancia. Él mismo declara esta obra la más mentirosa de todas, y así dice sobre ella: escribo, por tanto, de lo que ni vi ni comprobé ni supe por otros, y es más, acerca de lo que no existe en absoluto ni tiene fundamento para existir. Con que los que me lean, no deben creerme de ningún modo.

El argumento trata sobre un viaje contado en primera persona que se realiza simplemente por la sed de conocimiento. Tras varias peripecias, llega a la luna viéndose involucrado en una guerra interplanetaria entre varios pueblos selenitas por el dominio del planeta Venus.

Aunque un siglo antes, Antonio Diógenes escribió 24 volúmenes, de los que sólo nos han llegado 11, Las maravillas de más allá de Thule, donde se describe, probablemente, el primer viaje de la tierra a la luna de la literatura.

De esa época temprana podemos destacar también las Noches áticas de Aulio Gelio, un libro recopilatorio de hechos curiosos de diversa índole, donde se hace referencia a una máquina con forma de paloma que fabricó Arquitas el Pitagórico, famoso general y gran amigo de Platón, para surcar los cielos.

Más adelante, los viajes lunares, tomándolos como el ejemplo más representativo de la Ciencia Ficción en la antigüedad, dejarán poco a poco de ser símbolo de una hazaña insoluble para convertirse en posibilidad.

En el siglo XVI, en la famosa obra de Ludovico Ariosto Orlando el Furioso, se describe el viaje de uno de sus protagonistas, Astolfo, a la luna. Allí en un profundo valle, encuentra un inmenso tesoro compuesto por todo lo que en la Tierra se había desperdiciado: las horas perdidas, las ocasiones desaprovechadas... todo yacía allí para siempre.

De este periodo destaca el volumen de Johannes Kepler El Sueño o Astronomía de la Luna, que en clave onírica, narra las aventuras de un joven islandés, discípulo del astrónomo Tycho Brahe, y cómo es transportado hasta la luna durante un eclipse.

Pero es realmente en el siglo XIX donde se plantan las bases de la Ciencia Ficción tal como la conocemos actualmente, con las obras de Julio Verne y Frankenstein o el Moderno Prometeo de Mary Shelley.



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El término Ciencia Ficción nació con Hugo Gernsback, escritor y editor de la archiconocida Amazing Stories, en 1929. Él es considerado uno de los padres del género y a pesar de que lo popularizó e impulsó a través de sus publicaciones, las raíces las podemos hallar mucho más atrás. 

Podríamos considerar la primera obra de Ciencia Ficción los Relatos Verídicos de Luciano de Samósata, que fue un escritor satírico del siglo II d. C. conocido por su ironía y escepticismo filosófico absoluto, caricaturizando la sociedad que lo rodeaba con bastante elegancia. Él mismo declara esta obra la más mentirosa de todas, y así dice sobre ella: escribo, por tanto, de lo que ni vi ni comprobé ni supe por otros, y es más, acerca de lo que no existe en absoluto ni tiene fundamento para existir. Con que los que me lean, no deben creerme de ningún modo.

El argumento trata sobre un viaje contado en primera persona que se realiza simplemente por la sed de conocimiento. Tras varias peripecias, llega a la luna viéndose involucrado en una guerra interplanetaria entre varios pueblos selenitas por el dominio del planeta Venus.

Aunque un siglo antes, Antonio Diógenes escribió 24 volúmenes, de los que sólo nos han llegado 11, Las maravillas de más allá de Thule, donde se describe, probablemente, el primer viaje de la tierra a la luna de la literatura.

De esa época temprana podemos destacar también las Noches áticas de Aulio Gelio, un libro recopilatorio de hechos curiosos de diversa índole, donde se hace referencia a una máquina con forma de paloma que fabricó Arquitas el Pitagórico, famoso general y gran amigo de Platón, para surcar los cielos.

Más adelante, los viajes lunares, tomándolos como el ejemplo más representativo de la Ciencia Ficción en la antigüedad, dejarán poco a poco de ser símbolo de una hazaña insoluble para convertirse en posibilidad.

En el siglo XVI, en la famosa obra de Ludovico Ariosto Orlando el Furioso, se describe el viaje de uno de sus protagonistas, Astolfo, a la luna. Allí en un profundo valle, encuentra un inmenso tesoro compuesto por todo lo que en la Tierra se había desperdiciado: las horas perdidas, las ocasiones desaprovechadas... todo yacía allí para siempre.

De este periodo destaca el volumen de Johannes Kepler El Sueño o Astronomía de la Luna, que en clave onírica, narra las aventuras de un joven islandés, discípulo del astrónomo Tycho Brahe, y cómo es transportado hasta la luna durante un eclipse.

Pero es realmente en el siglo XIX donde se plantan las bases de la Ciencia Ficción tal como la conocemos actualmente, con las obras de Julio Verne y Frankenstein o el Moderno Prometeo de Mary Shelley.



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