Y para cerrar esta pequeña trilogía bloguera dedicada a autoras españolas del terror y la fantasía, qué mejor broche que el de Ana Mª Matute, galardonada este pasado 24 de Noviembre de 2010 con el premio Cervantes. Más vale tarde que nunca, reza el dicho.
Así se ha convertido en la tercera mujer en recibir este prestigioso galardón y esta grata noticia es para La Tabla Esmeralda la excusa perfecta que nos permite introduciros hoy al libro que ella tiene en más alta estima y del que se siente más orgullosa: Olvidado Rey Gudú, del año 1996, obra además que le ha brindado gran popularidad.
Ana Mª Matute, como perteneciente a una generación que sufrió las consecuencias más crudas de la Guerra Civil, siempre ha partido de una visión realista, utilizando sobre todo la percepción infantil de un mundo cruel y despiadado que además le tocó vivir. Pero la escritora ha conseguido desarrollar un estilo único y propio que se adentra en lo más profundo de la imaginación, configurando un mundo emocional y sutil de intenso lirismo y fantasía.
Así que tampoco es de extrañar que Ana Mª Matute diera el paso para avanzar en el terreno de la literatura fantástica con Olvidado Rey Gudú, aunque ya se comenzaron a presentir ciertos ecos en una obra anterior, la Torre Vigía, de 1971. Con Olvidado Rey Gudú muchos comentaristas empezaron a dejar caer si estaba empezando a chochear, pero era la evolución lógica si se sabía observar ese cosmos tan peculiar e inconfundible que Ana Mª Matute había comenzando a tejer de un material vaporoso y de ensueño y a su vez, colmado de fatalidad y melancolía.
Por eso es tan difícil de encasillar en un género concreto esta obra, porque aunque evidentemente el argumento posee todas las características que podrían circunscribirla en el ámbito de lo fantástico, no deja de utilizar las convenciones del cuento de hadas clásico pero de manera metafórica, lo que la relaciona más con la narrativa anglosajona que con la hispánica.
Ana Mª Matute, al uso de las sagas nórdicas, nos relata la historia dinástica de la creación y desaparición de un reino medieval imaginario, el del Reino de Olar, con toda la épica que ello conlleva, ya que no en vano Olvidado Rey Gudú es una epopeya en toda regla, con la magia como elemento imprescindible y mediador entre el mundo infantil, adolescente, lleno de ingenuidad y esperanzas que, conforme transcurre el tiempo, y la continua fricción con una realidad descarnada y cruda, va tornándose en cinismo, desengaño, brutalidad e, incluso, conduce a la locura y a la muerte.
No hay que olvidar que, en realidad, Olvidado rey Gudú se gestó como una serie de cuentos que Ana Mª Matute iba relatando a sus sobrinas, y que decidió desarrollar y convertir en novela. Así que en Olvidado Rey Gudú hay mucho de los hermanos Grimm por un lado, de nuevo la referencia al universo de tronco germánico y, por otro, también tropezamos con mucho humor negro y cierto tono de parodia en ciertos momentos, que sólo sirven al perverso fin de la escritora de retorcer los tópicos de los cuentos de hadas, hasta obtener una sinfonía irreconocible de emociones humanas: violencia, odio, inocencia, ambición, sexualidad, amor... acabando todo destilado en una única y simple esencia: el conflicto entre pragmatismo e idealismo.
En sí, el libro está escrito de una manera flexible, dinámica, no agota, lo cual es de agradecer dada la densidad argumental, y absorbe en cuanto comienza a leerse. Es una obra bastante equilibrada en ese aspecto y no es de extrañar que supusiera un éxito editorial por su texto accesible y delicado y, claro está, por una temática que en este país siempre ha sido obviada a pesar de que el público admirador de la fantasía o el terror, ha estado demandando siempre algo en su propio idioma.
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